Página de José Manuel García Marín

Página de José Manuel García Marín

La intención, al abrir este nuevo blog, es guardar en él relatos completos, míos o ajenos, para quienes quieran leerlos en su totalidad. Desde el blog principal pondré un vínculo a éste en aquellos artículos que, por su extensión, sea aconsejable.

domingo, 26 de junio de 2011

Los fantasmas del Retiro


Esta vez, en la editorial Paréntesis, en su colección Umbral, el escritor José Vicente Pascual presenta un nuevo título: “Los fantasmas del Retiro”. No podemos clasificarla de novela histórica, por cuanto el propio autor sostiene que los hechos son históricos, pero que sólo sirven de base para sustentar el argumento narrativo. En realidad, da igual si es clasificable o no. Lo importante es que, como siempre, sus relatos desencadenan el goce de paladear una prosa impecable, tanto en el aspecto lingüistico como en el literario.

El argumento está basado en el curiosísimo caso ocurrido en 1956, cuando se hacen eco los informativos oficiales del resultado de la investigación, sobre Marte, de tres científicos españoles, desde el Observatorio Astronómico de Madrid, situado en el parque del Retiro. En el informe se indica que en el planeta rojo hay vida vegetal y agua, y que, incluso, podría encontrarse vida animal, si bien en fase primaria. Inmediatamente, tan importante hallazgo, imputable a españoles, y no a americanos y mucho menos a soviéticos, pese a la superior tecnología de que hacen gala, provoca tal revuelo, que hasta el NoDo reproduce la noticia, como puede comprobarse en sus archivos.

Naturalmente, la intención del “régimen” y de sus servicios secretos es ir mucho más allá en la espectacularidad de los supuestos descubrimientos en Marte. Planean presentar ante la opinión pública internacional un hallazgo de dimensiones sobrenaturales, el cual, exhibido bajo la autoridad de la razón científica, justificará y otorgará razón de ser histórica tanto al franquismo como a los regímenes dictatoriales derrotados en la segunda guerra mundial. A tal efecto, cuentan con la colaboración de dos científicos alemanes, pertenecientes a la élite propagandística del nazismo, que han abandonado transitoriamente su exilio en Paraguay para colaborar en esta empresa. Uno de ellos, el profesor Gehlen, es afamado experto en óptica astrofísica; su compañero, Blumenbach, tiene larga experiencia como realizador cinematográfico y especialista en fotografía.

Aparte los exiliados alemanes, colaboran en el misterioso proyecto los ya conocidos doctores Guyón, Martín Lorón y López Arroyo, aunque los motivos de cada uno son distintos, así como su implicación en la gran farsa orquestada y que tarde o temprano se expondrá como fulgurante verdad ante la comunidad científica mundial.

Otras personas, otras vidas, se ven involucradas en el desarrollo de los acontecimientos, todos ellos relacionados de una u otra manera con el Observatorio Astronómico:

Silvano Cervera, protagonista de la narración, joven estudiante de ciencias físicas que sufre la presión y el chantaje de la Brigada Político Social para que, desde su humilde puesto de ayudante del ordenanza en el Observatorio, los mantenga informados de todo cuanto sucede en aquella casa. La BPS sabe que “algo” importante se está fraguando y que a ellos los han dejado de lado en la maquinación, por lo que precisan saber y mantenerse informados gracias a la colaboración, obligada, de Silvano Cervera.

Paco González, ordenanza y portero mayor del Observatorio, un hombre simple de atribulada biografía que se verá involucrado en el cúmulo de intrigas y conspiraciones habidas en el viejo edificio.

Muhammad, amigo de Paco González, máximo dirigente espiritual de la Guardia Mora del Caudillo (personaje que tiene consistencia histórica); padece una grave enfermedad pero desde su domicilio, donde sólo espera ya morir, ventea los hálitos funestos de cuanto está sucediendo y aconseja fielmente y con eficacia a Silvano Cervera sobre cómo actuar.

Santiago Dávalos, de nombre literario Eliecer Palacios, autor de una sombría, desasosegante novela titulada El sepulcro de las luces. Antecedió a Silvano Cervera en el cargo de ayudante del conserje, realizando sus mismas funciones de espía. La forma en que consiguieron su lealtad fue secuestrándole el manuscrito en tanto rendía a satisfacción en su cometido. El novelista, de por sí poco estable emocionalmente, acaba por perder la razón, desaparece y nunca nadie ha vuelto a saber de él. Antes de cubrir su retirada con un halo de misterio -y una inquietante sospecha de asesinato-, argüía que, junto con el manuscrito de El sepulcro de la luces le habían robado su alma. Silvano Cervera teme, fundadamente, que el responsable de los extraños fenómenos que se producen en los sótanos y pasadizos subterráneos del Observatorio sea Eliecer Palacios.

Sara, joven a la que Silvano conoce a través de Paco González y de la que acaba enamorándose. Se trata de una muchacha vitalista, llena de ánimo y determinación, que intentará ayudar a Silvano en todas sus dificultades.

Fernando, amigo de Sara -en realidad enamorado fiel de ella-, que a su vez establece amistad con Silvano. Es un joven algo atolondrado pero de excelente índole. Valeroso y algo cándido, su máxima aspiración es hacerse militante comunista clandestino y combatir al régimen de Franco; aunque ha de posponer estos planes hasta el momento en que su padre se jubile y en compañía de su madre se marchen de Madrid para ir a vivir al pueblo, pues no quiere darles el disgusto de su pase a la lucha clandestina.

Estos son los personajes centrales de la novela Hay otros, decisivos, que tienen en el argumento una presencia menos estable aunque determinante, como los policías Gaona y Dearco; el desconcertante poeta Alejandro Bareiro, célebre intelectual antifranquista exiliado en París pero que deambula por Madrid, totalmente impune, en pos de inconfesables objetivos; Samuel Blayne, corresponsal en España de la revista científica Popular Sciencie, Magazine of information on the world and the progress, de quien todos saben que se trata de un espía aunque nadie tiene claro cuál es, en última instancia, el gobierno al que sirve; Adela, limpiadora del Observatorio, quien siente un especial afecto por Silvano, siendo la relación entre ambos motivo desencadenante de acontecimientos cruciales para el argumento; Ángela Gullón, hija del profesor Gullón, quien tras la preocupante desaparición de su padre se pone en contacto con Silvano en busca de ayuda, y será ella quien descubra al protagonista los planes últimos sobre los supuestos descubrimientos en Marte y el secreto que se oculta bajo los subterráneos del Observatorio, camuflados como obras de ampliación del metro madrileño, concretamente la estación de enlace entre Retiro y Diego de León que se comenzó a construir, precisamente, en 1956 (documentado).

En definitiva, un narrador de excepción que dedica esta obra al puntual testimonio de una época demencial, en la que cualquier argumento, por muy peregrino que fuera, había de servir a la justificación, cuando no a la exaltación, de una dictadura que pretendía haber sido instaurada por designio divino. No hay más que recordar las monedas, en las que Franco era “caudillo por la G. de Dios”.